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Contener la inflación y agilizar los fondos europeos para transformar España

Pedro Fernández Alén

Presidente de la Construcción (CNC)


La construcción vive momentos agridulces, en un contexto macroeconómico marcado a hierro por la incertidumbre y la subida de los precios, que pueden amenazar la inminente puesta en marcha de los fondos europeos con los que se pretende transformar nuestro sistema productivo.

La parte agria de esta lectura tiene que ver con el momento convulso que sufre nuestro país, pero también nuestros vecinos europeos, debido a las tensiones inflacionistas.

La inflación, de la que en la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) venimos advirtiendo hace un año y que se ha descontrolado en la factura de la electricidad y del gas a raíz de la guerra de Ucrania, está afectando especialmente a nuestro sector. El encarecimiento de las obras rebasa el 30%. Y los tres Reales Decreto-ley de revisión excepcional de precios aprobados por el Gobierno central a lo largo de 2022 no están logrando cerrar la hemorragia por las licitaciones que están quedando desiertas debido a una serie de condicionantes y umbrales que discriminan a la gran mayoría de las obras. Solo el coste de la energía puede suponer un tercio del coste total de una obra.

Así pues, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?

Todo arrancó con el estallido de la pandemia, que paralizó la economía mundial hace dos años y medio. Posteriormente, la salida de la crisis sanitaria, que ha sido desigual según las restricciones adoptadas por cada país, vino acompañada de desajustes en las cadenas globales de suministros debido a la rápida reactivación de la demanda de productos; algo que rápidamente incidió en los precios.

En lo que respecta a la construcción en concreto, en octubre de 2021 se dispararon las primeras señales que arrojaron un alza preocupante de los costes de los materiales.

Europa no se quedó impasible ante la tremenda recesión causada por las medidas de confinamiento: se aprobaron los fondos NextGenerationEU, que para España implican alrededor de 160.000 millones de euros hasta 2026 entre transferencias directas y créditos. Una cuantía dirigida, fundamentalmente, a transformar el país ante desafíos como el cambio climático o la tecnologización de todos los ámbitos productivos.

La guerra en Ucrania trastocó todos los planes de recuperación: agravó la inflación ya de por sí preocupante y puso de relieve la necesidad de la Unión Europea de no depender de una sola fuente de energía.

La crisis que vivimos desde febrero ha venido a subrayar además la apuesta por la sostenibilidad: el impulso urgente a todas las fuentes renovables para contener el cambio climático. El calor extremo que hemos sufrido este verano confirma que la construcción es más necesaria que nunca para encarar los retos climáticos y energéticos a corto y medio plazo.

Retos que van a depender de la movilización eficaz, ágil y urgente de los fondos NextGenerationEU, la mejor palanca que disponemos para transformar la economía productiva. La creación de proyectos clave como plantas de energías limpias, depuradoras, desaladoras o centros de datos tecnológicos; la rehabilitación energética o las reformas de los inmuebles que prioricen la reducción de los consumos energéticos. Y un apunte al Ejecutivo central y a las comunidades autónomas: los fondos europeos no están llegando a las empresas, con el consiguiente riesgo que ello tiene para la economía.

Hay que corregir este problema y agilizar la recepción de Next Generation EU. Pero también hay otra prioridad que ya hemos mencionado sobre la que debemos centrar toda nuestra atención: toca afrontar sin dilación el repunte de precios incontrolado o la recuperación española se va a ir al traste.

Durante 2022, el Gobierno central ha sacado adelante tres Reales Decretos-ley de revisión de precios de los materiales básicos para la construcción. Son a todas luces insuficientes; así, necesitamos un nuevo RD-l ambicioso, sin condicionantes, que incluya las subidas de todos los materiales y los sobrecostes de la electricidad y del gas. Una bocanada de oxígeno para que nuestras empresas, especialmente las pequeñas, las más ahogadas por la inflación, puedan competir de manera equitativa.

Por último, la construcción precisa un Plan de Choque para formar a centenares de miles de jóvenes, hasta 200.000 al año, y así paliar la falta de mano de obra que sufre, entre otros, nuestro sector. Un Plan de Choque a través de la Fundación Laboral de la Construcción, que ya forma a 80.000 alumnos al año en su más de medio centenar de centros repartidos por todo el territorio español, pero que es capaz de multiplicar por dos esa cifra con los recursos que dispone.

Si le va bien a la construcción, le va bien a España: es algo que venimos comprobando desde hace años en nuestro sector, creador de empleo estable y donde reina la paz social. Aprovechemos la oportunidad histórica que tenemos por delante.

 

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