Ocho perfiles de vivienda que podrían quedarse fuera del mercado de compraventas y alquiler si no mejoran su eficiencia energética
Mientras muchas ciudades bajan el ritmo por el calor del verano, hay una cuenta atrás que sigue avanzando sin pausa: la que determinará qué viviendas podrán seguir vendiéndose o alquilándose en menos de cinco años. Y muchas, según las estadísticas, no pasarán el corte. Para avanzar en sus objetivos climáticos, Europa ha implementado nuevas restricciones en la comercialización y alquiler de inmuebles en función de su nivel de eficiencia energética. A partir de 2030, no se podrán vender ni arrendar viviendas con un Certificado de Eficiencia Energética (CEE) inferior a la letra E, y desde 2033, ese umbral se elevará a la letra D. Estas medidas, enmarcadas en el Pacto Verde Europeo, dejarán fuera del mercado a los inmuebles con calificaciones F y G. Un desafío que ya está impactando en el mercado, ya que el CEE es obligatorio en cualquier operación de compraventa o alquiler, y una mala calificación energética puede limitar la comercialización, suponer una rebaja inmediata en el precio o, incluso, bloquear la operación.
En España, este reto adquiere una dimensión crítica. Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica, la mayoría del parque residencial cuenta con calificaciones energéticas bajas, especialmente E, F o G. Una afirmación que pone en evidencia la magnitud del problema y la necesidad de pasar del diagnóstico a la acción. Sobre todo, teniendo en cuenta que el último trimestre del año, junto con el segundo, suele concentrar el mayor volumen de compraventas de vivienda en España, según las cifras de operaciones inmobiliarias registradas por el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible, por lo que muchos propietarios deberán revisar el estado energético de sus inmuebles y valorar actuaciones de rehabilitación que les permitan mantener su vivienda dentro del mercado.
Para ayudarles a entender qué tipo de activos están en riesgo (incluso ahora), los expertos de Sto Ibérica, filial de la empresa alemana especializada en la fabricación y comercialización de sistemas constructivos, ponen sobre la mesa las principales claves a tener en cuenta, entre las que destacan que el que el 42,7 % de las viviendas se construyeron antes de 1980,es decir, antes de que se implantase la Norma Básica de la Edificación NBE-CT-79, que obligaba a la colocación de aislamiento en paredes y muros. El elevado gasto en calefacción y refrigeración o con signos claros como humedad en paredes, moho o condensaciones, son algunos ejemplos de inmuebles más expuestos a la normativa.
