“Hay que buscar formas de trabajo colaborativo desde el principio de cada obra”

Arturo Coloma Pérez, presidente de DETEA

Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Politécnica de Madrid, Diplomado en ADE por San Telmo y Certificado en Buen Gobierno de Sociedades por el Instituto de Consejeros-Administradores, Arturo Coloma inició su andadura profesional en Dragados y Construcciones. Allí dirigió grandes proyectos como el Puente del Alamillo en Sevilla, la Autovía de El Puerto de Santa María – Puerto Real en Cádiz, el Muelle Ingeniero Juan Gonzalo en el puerto de Huelva o la Autopista de Larache en Marruecos.

En 2002 se incorpora a Detea, inicialmente para desarrollar la obra civil,
alcanzando en 2003 la Dirección General. Posteriormente se convierte en
Consejero Delegado y socio de la firma y del grupo de empresas I3C al que pertenece.

Además, participa en asociaciones empresariales como APD e IC-A, y es asimismo miembro de las directivas de las organizaciones sectoriales ANCI y CEACOP.

Recién cumplidos los 30 años, convertida en una de las constructoras andaluzas de referencia, ¿Cómo describiría la situación actual de DETEA?

Creo que estamos en la consolidación de una estrategia renovada, después de 30 años en los que ha habido una primera fase de crecimiento importante de 20 años, y una segunda de ajuste y reflexión durante la última década debido a la crisis de la construcción. Afrontamos esta estrategia renovada en tres áreas: en las áreas de trabajo objetivas, es decir, qué tipo de infraestructura acometemos; en la modalidad de servicio, esto es, cómo hacemos esas infraestructuras; y en tercer término una actualización tecnológica importante.

¿Cuáles han sido los factores clave en la evolución de la compañía?

Los factores clave de DETEA son la diversidad de cliente (público y privado), de producto y de forma de dar el servicio. Esa diversidad permite que tengas más estabilidad, si algo falla tienes alternativa, si el mercado pide una modalidad de servicio distinta, la puedes ofrecer, con la especificidad de que puedes aportar valor a los proyectos manteniendo un equipo experimentado y soluciones de proyecto y obra y de construcción e ingeniería.

El proyecto y obra es una seña de identidad de DETEA, es un producto que queremos mantener porque ofrece al cliente un solución más global y segura en el tiempo y con mayor concreción de coste y plazo desde el primer momento. Además, el hecho de que puedas dar valor y soluciones técnicas a través de la ingeniería es algo más que sólo construir la obra, y nos permite enfocarnos mucho en el cliente, le preguntamos qué le preocupa, qué quiere hacer y le damos alternativas.

¿Y los principales retos que han tenido que afrontar?

Nuestro mayor desafío ha sido adaptarnos a una crisis que ha representado prácticamente la desaparición del sector. Todavía hoy estamos, las constructoras en general, a un 20 o un 25% del volumen de trabajo que había antes de la crisis. Nuestro reto es adaptarnos y evolucionar hacia las nuevas condiciones en las que tenemos que acometer las infraestructuras hoy en día. Son momentos en los que las disponibilidades financieras son distintas, las capacidades de absorción de errores o desviaciones de márgenes y plazos son distintas, mucho más exigentes, y los requerimientos del cliente también son mucho más exigentes. Hemos pasado a una etapa en la que hay mucho menos trabajo y muchas más exigencias y eso requiere un aumento de todas tus estrategias, tus excelencias y tus capacidades de adaptarte a tus nuevas demandas.

¿Cuáles son sus áreas de actividad?

Tenemos cuatro áreas muy bien identificadas: sector público, que no acaba de despegar, donde están las infraestructuras y el equipamiento público; residencial, industrial y área de equipamiento terciario. En estos momentos están ganando peso el residencial, el industrial, con un protagonismo del logístico, y el terciario (colegios, residencias de estudiantes, de tercera edad…), donde hay un gran futuro y donde la transformación es constante. El sector público también va a cobrar peso sin duda.

¿Qué representan la tecnología y la innovación en su compañía? ¿Es difícil retener el talento, esencial en esta transformación tecnológica?

Para nosotros son un elemento diferencial, a través de la tecnología y la innovación destacamos en un mercado en el que hay muchos intervinientes muy dispersos, y lo hacemos en todos los ámbitos, en la oficina técnica, en la gestión comercial, en los procesos y en nuestra manera de afrontar las infraestructuras. La innovación la vemos no sólo como tecnológica y de procesos, de cómo fabricar las cosas y relacionar mejor el diseño con la construcción, sino también en cómo llegar al mercado y cómo relacionarnos con nuestros clientes.

En cuanto a la retención del talento, es un reto para una empresa mediana tener a los mejores. DETEA es un proyecto original, que está en el mercado, serio, moderno e ilusionante, y todavía joven, con mucho recorrido por delante, que retiene el talento, además de por estos motivos, porque hace visible el papel del profesional y promueve el trabajo colaborativo.

¿Qué peso tiene en vuestra estrategia la internacionalización?

Nuestros criterios de internacionalización son prudentes y nuestra faceta exterior se circunscribe en estos momentos a Portugal, con unas condiciones de proximidad geográfica, para disponer de nuestros medios con facilidad; producto que sepamos hacer y cliente conocido, principalmente español. Portugal, además, proporciona un entorno seguro jurídicamente.

Salir al exterior, con una estrategia clara, es bueno, porque te permite aumentar tu mercado objetivo y te obliga a reflexionar sobre muchas cosas y a madurar; analizas cosas que aquí das por sentadas y aprendes.

¿Qué obras destacaría en su cartera de negocio?

Destacables son las viviendas que estamos haciendo para Vía Célere en Alhaurín, el edificio del ayuntamiento de Peñarroya, el centro de servicios sociales de Persán en Sevilla, los viales de la ZAL de Huelva, las viviendas recién terminadas de AEDAS en Ramón y Cajal, una almazara en Portugal y un colegio de Sotogrande, una gran actuación que estamos empezando y con la que estamos muy satisfechos.

¿Cómo va a terminar el año 2019 respecto a 2018 para DETEA?

Va a acabar en línea con el año 2018, con una producción en torno a los 20 millones y un Ebitda entre el 3 y el 4%. Ha sido un año de prudencia, en el que no ha aumentado el trabajo todo lo que esperábamos, pero está siendo bueno en contratación, por lo que creemos que el año que viene va a ser de crecimiento, dentro de ese proceso de consolidación de una estrategia renovada. Están empezando a materializarse muchas acciones tanto en la línea de cliente como en la modalidad de servicio, y esperemos que dé sus frutos el año que viene. Este año tenemos una cartera aproximada de 40 millones para una producción de 20, lo cual nos da mucha tranquilidad porque hay trabajo por delante.

En general, hay mucha oportunidad, sorprende la cantidad de cosas que hay por hacer en un sector en crisis; sólo hay que ir a buscarlas.

Una de sus apuestas más recientes es Iluxenio. ¿Por qué nace esta compañía y cuáles son sus objetivos?

Iluxenio nace de una inquietud de intentar que sea el cliente quien nos busque a nosotros. El constructor siempre va en busca del cliente, y con esta iniciativa lo que intentamos es que el cliente sepa de nuestra existencia y venga a preguntarnos cómo podría ejecutar un proyecto, cuánto le costaría, etc., es un paso previo. Nuestro fin último es hacer la obra, pero queremos dar ese servicio previo que le ayude a mejorar y centrar mejor qué es lo que quiere.

Nuestro objetivo son las villas de lujo y las rehabilitaciones integrales de alto standing, y ahí vamos a intentar llegar directamente a un cliente disperso al cual no accedemos fácilmente. Queremos llegar directamente y ofrecerle alternativas que le ayuden a saber mejor qué es lo que quiere, y una vez decidido, ponerle en contacto con los mejores agentes para hacerlo y a unos precios de mercado contrastados.

Finalmente, si es la mejor opción, que DETEA le construya la vivienda, pero estamos abiertos a que lo haga otra empresa, siempre que Iluxenio la homologue, una empresa seria, con know how y que sepa hacerlo, una firma con solvencia, como los 100 arquitectos experimentados que ya tenemos en la base principal de nuestra plataforma, que aspiramos a que sean 200.

En la base del funcionamiento tenemos una plataforma web, donde puedes ver numerosas villas con estilos diferentes. Cuando ves algo que te gusta, Iluxenio te pone en contacto con el arquitecto que la ha diseñado y te dice cuánto te va a costar, con qué prestaciones y con qué calidades, con un margen de error de más-menos 5.  Es una plataforma muy visual que cada vez tiene más visitas, con mucho movimiento en redes sociales… cada vez estamos más ilusionados con este proyecto porque le vemos mucho futuro.

¿Cómo ve a DETEA dentro de diez años?

La veo más tecnificada y digitalizada, con la tecnología BIM plenamente implantada, preparada y homologada en todos los sistemas existentes relacionados con la eficiencia, la sostenibilidad y el cambio climático. La veo actuando en todo el territorio nacional y portugués, sobre todo con los productos especializados y con clientes afianzados.

La digitalización va a facilitar la expansión territorial. La construcción va a viajar muchísimo mejor con la tecnología y la prefabricación, y en nuestro caso creo que la digitalización va a reforzar nuestra estrategia actual. Veo a nuestra empresa en diez años más grande tanto por crecimiento orgánico como por alianzas estratégicas. En el sector tenemos como asignatura pendiente en España la dimensión de las empresas, y eso se consigue con crecimiento y con alianzas estratégicas. El localismo es una corriente que va a caducar.

¿Cómo definiría la situación actual del sector de la construcción y cuáles son sus retos esenciales?

El sector creo que está en crisis, pero entendida en positivo, como cambio drástico y evolución. Lo primero que hay que hacer es recomponer el tejido que se ha desmantelado; lo hemos visto durante el año 18 y lo estamos viendo en el 19. Y hay que recomponerlo desde abajo, entre los profesionales de la construcción, pues unos se han jubilado, otros se han ido al extranjero o se han reconvertido hacia otra actividad. Ante esta situación, el sector se está transformando, y tiene entre sus retos esenciales la tecnificación y el establecimiento de relaciones más colaborativas y estables entre los agentes intervinientes.

El proceso de la industrialización es una tendencia que va a impregnar todas las fases del proceso productivo, como en la industria del automóvil, donde para el diseño de cada unidad el fabricante cuenta con proveedores estables para las distintas piezas. Nuestro sistema también necesita de relaciones más estables y colaborativas con subcontratistas y proveedores para garantizar un funcionamiento estable y mayor capacidad de producción. Nadie va a contratar una serie de cuadrillas adicionales si no tiene la seguridad de que va a tener trabajo suficiente; si lo tiene, va a formar a los trabajadores y los va a emplear durante mucho tiempo.

Antes de la crisis, los trabajadores de la construcción ganaban bastante más dinero que ahora; ahora hay que compensar salarios menores con continuidad, con estabilidad, para lo cual hace falta que todos los agentes estén alineados. El alineamiento es un término que nos gusta mucho en DETEA. De hecho, tenemos un servicio, Global DETEA, donde proyecto y obra están alineados, e implica trabajar de acuerdo desde el principio el cliente, el proyectista y la constructora, todos con los mismos objetivos. Iniciar esa alineación desde la fase de diseño deriva en que el promotor cuando arranca la obra tiene una mayor seguridad y más eficiencia de costes y de soluciones técnicas.

Se está avanzando en ese sentido pero es necesario ir más allá en la relación del cliente promotor con las empresas constructoras y las empresas constructoras con sus proveedores, creando situaciones de continuidad lo más a largo plazo posible.

La vivienda 100% industrializada, ¿es el futuro?

El futuro creo que viene por ahí, pero va a ser gradual, y la gestión BIM va a tener mucho que ver. Mi visión se acerca a lo que podríamos describir como un mecano, donde hay varios fabricantes para cada pieza. Igual que hay varias marcas de ventanas, las habrá por ejemplo de fachadas con cerramiento, y diseñarás con los fabricantes en BIM, e intercambiarás fachadas de un fabricante con las de otros. Igual que hay decenas de fabricantes de calentadores de agua o de aire acondicionado habrá decenas de fabricantes de fachada o de módulos de cuarto de baño, etc. Todo vendrá proyectado y será más una cuestión de llegar y ensamblar.

El cambio se producirá de una forma gradual, progresivamente se incorporarán soluciones de fachada, de estructuras prefabricadas… y todas guardarán mucha más relación con el diseño. Las viviendas se van a fabricar más en centros fabriles y en condiciones controladas; las piezas llegarán a la obra, donde se ensamblarán, pero se fabricará más en serie y daremos mejores prestaciones.

¿Termina de despegar la obra pública?

No acaba de despegar, pero lo hará. Hemos ejecutado grandes infraestructuras que tenemos que conservar, y la conservación no es sólo mantener las vías limpias o repasar un bache; es que a los 25 años o antes hay que reponer el firme y a los 50 hay que volver a construir los puentes, e igual sucede con la edificación o las redes de agua, algunas de cuales, en ciudades como Sevilla, tienen más de cien años en algunas zonas. También hay mucho por  hacer en depuración, en infraestructuras de transporte, etc., y tendremos que dar respuesta a las nuevas necesidades que vayan surgiendo.

Actualmente España afronta una fase de desaceleración suave. ¿Está el sector mejor preparado que en la última crisis si empeora el escenario?

El sector está sin duda mejor preparado y más concienciado, pero además la situación actual no tiene nada que ver con la de entonces. Lo que hay es una evolución de la economía global y un problema nacional, que llevamos dos años sin un gobierno estable. Con una legislatura de 4 años como la que tenemos en Andalucía el escenario es de tranquilidad, algo que en Madrid no tenemos. Esa coyuntura, además, está dentro de otra coyuntura mayor que es la que provocan factores externos como el Brexit, las políticas de Trump, el comercio mundial o el cambio climático. Hay una cierta incertidumbre con la que hay que convivir, pero no una crisis financiera como la de entonces.

En este escenario, la economía digital está cambiando los paradigmas de negocio, los está transformando y el mundo se está adaptando a todos esos cambios, pero al final nos damos cuenta de que las cosas van a seguir funcionando, porque las casas hay que hacerlas, las carreteras también, la inversión inmobiliaria bien hecha tiene sentido, los aeropuertos necesarios lo seguirán siendo, la movilidad se irá transformando lenta y progresivamente hacia coches eléctricos… Tendremos que estar al tanto de la gran transformación mundial que se está produciendo, pero no vamos camino de ningún desastre, todo tiene una lógica dentro de un mundo globalizado donde crecer al 2% tiene mucho mérito y donde la competencia es feroz, pero tenemos que convivir con eso.

¿Cómo ha cambiado la crisis los procesos y las prioridades en la actividad constructora?

Los cambios están siendo graduales. Como antes avancé, el BIM empieza a estar muy presente no sólo como un elemento de diseño, sino como un modo de integración de la construcción y el diseño en el proceso de producción. Asimismo, la relación contractual es más seria y está obligando a que los márgenes de incertidumbre o maniobra sean más exigentes, no puede haber errores de diseño notables que detengan una inversión. Si una obra se planifica para dos años tiene que estar en ese plazo, porque si hay demora el coste se dispara.

El promotor necesita seguridad y por eso hay que hacer las cosas muy bien, buscando formas alineadas de trabajo colaborativo desde el principio, porque el inversor, el promotor, no se puede permitir que la obra se termine más tarde de los previsto, porque además los compradores, mucho más exigentes también, se le echan encima.

¿Qué peso tiene la rehabilitación en el sector constructivo actual? ¿Se debe apostar más por la rehabilitación o por la nueva construcción?

No sabría cuantificar el peso de la rehabilitación, pero creo que va a pesar cada vez más. Particularmente apuesto por la reforma integral. El parque de viviendas es antiguo y cuando te encuentras una vivienda de 60 años tienes dos opciones, o le haces una reforma parcial y le vas cambiando las instalaciones poco a poco, o haces una reforma integral, que considero la mejor opción. Hacer un edificio nuevo tiene más ventajas que mantener una estructura obsoleta que puede estar deteriorada o disminuida y con prestaciones limitadas. Creo que el futuro va a ir por esa rehabilitación integral, y de hecho en Sevilla, y en los cascos históricos de otras muchas ciudades, se está apostando mucho por esta fórmula, se están echando abajo muchas edificaciones de más de 50 años y construyéndose de nuevo. En muchos casos se habrá de mantener la fachada por exigencias municipales, pero por dentro se reconstruirá el edificio entero.

¿Se ha evolucionado de manera sustancial en los procesos constructivos y en el uso de los materiales?

Se ha evolucionado mucho y ya he apuntado algunas claves en este sentido. Las casas que se construyen hoy no tienen nada que ver con las de hace 40 años en todos los sentidos, en diseño, en aislamiento, fontanería, instalaciones eléctricas, cerramientos, domótica, materiales, etc., es una evolución conjunta de diseño, calidad de los materiales y proceso constructivo. Claro que ha subido el coste de la construcción, pero se construye muchísimo mejor. Y la evolución es hacia una fabricación industrializada de piezas, a una sistematización de todo el proceso.

Las exigencias en materia de sostenibilidad en la construcción son crecientes, tanto por imposición normativa como por necesidad ecológica. ¿Es una realidad generalizada la aplicación de criterios que respondan a estos parámetros? Y en el lado del cliente o del usuario, ¿lo valora suficientemente?

Es una realidad que uno de los pocos indicadores en los que el mundo ha empeorado en los últimos 50 años es en la emisión de gases de efecto invernadero, que no hemos conseguido frenar. El escenario cada vez se está endureciendo más en este tema, y no habrá promotor o inversor que lleve a cabo una construcción que no sea sostenible y responsable en su relación con las posibles causas del cambio climático, porque de lo contrario no la va a vender. Un promotor que  haga por ejemplo una residencia de estudiantes, si dentro de 10 años la quiere vender sólo podrá hacerlo si es sostenible.

En relación con el usuario final, en nuestro caso no estamos en la venta directa, pero sabemos que los promotores lo están usando mucho como argumento de venta, y eso será porque el cliente lo compra.

Caminamos hacia el concepto del Passivhaus, de la casa que consuma lo menos posible, especialmente por sus medidas de aislamiento que impiden que se escapen el frío y el calor, y lo que necesite provenga de fuentes renovables. Además, el propietario de una vivienda energéticamente eficiente seguro que en el futuro la venderá mucho mejor que una vivienda sin las prestaciones que demanda la gente, que cada vez va a ser más exigente con estas cuestiones.

Todas estas mejoras implican una  profesionalización en el sector indiscutible…

Por supuesto, y el que no esté preparado para fabricar así se quedará atrás. El constructor y el proyectista tendrán que ser expertos en estos temas, tendrán que estar suficientemente cualificados. Cuando estés haciendo una casa para un inversor que quiere categoría A tienes que entender sobre el tema y saber qué criterios tienes que aplicar para cumplir determinados requisitos, porque hay cuestiones muy específicas y tienes que saber abordarlas. Todos los agentes intervinientes tienen que estar preparados porque la apuesta por la sostenibilidad en la edificación, en la lucha contra el cambio climático, es imparable.

¿Cómo valora el proceso de transformación de las ciudades hacia las smart cities?

Ya están aquí, se están haciendo muchas cosas en ese sentido, no de una manera absolutamente programada, pero se están haciendo grandes avances, y uno de los aspectos en los que la transformación se está notando más es en la movilidad. En muchas ciudades europeas es maravilloso cómo funcionan los sistemas de información en el transporte público, los tiempos de espera y de llegada, la movilidad compartida, las motos y coches eléctricos, los vehículos sin conductor, etc., y a la velocidad a la que viaja la tecnología, lo que hoy es una realidad en grandes capitales pronto lo será en otras muchas ciudades y pueblos.

Con las ciudades inteligentes, todos los avances irán a mejorar nuestra calidad de vida, habrá más peatonalización, menos coches en las calles, menos contaminación, más información y más accesible, es algo evidente, y el que no lo vea, es que no es consciente de lo que tiene a su alrededor.

Esta construcción del futuro que mira hacia la industrialización, ¿es incompatible con la creatividad?

Creo que en efecto vamos hacia un diseño con piezas o modelos preexistentes que se elaborarán en fábrica, y que proporcionarán un mayor grado de estandarización y homogeneidad, pero no creo que sea incompatible con la particularización. Hablar de industrialización no significa que todas las casas vayan a ser iguales, en absoluto. Habrá muchos modelos donde elegir y van a ser adaptables al diseño que quiera hacer el proyectista. Si las piezas son intercambiables siempre pues hacer variaciones, y puedes hacer cosas ‘in situ’. Habrá cabida para la originalidad, para adaptar las edificaciones a los terrenos, para incorporar nuevos materiales, no tiene por qué ser una cosa aburrida y no habrá límites para la creatividad. Lo que sí habrá serán relaciones más estables y colaborativas en la construcción, en la cadena de diseño y fabricación.

Alguna cuestión que se nos haya quedado en el tintero.

Tenemos que reivindicar que se apueste por el sector, que haya más confianza y no se dé cabida a los malos agoreros. Estamos inmersos en periodos de adaptación, de cambios tecnológicos de todo tipo, pero no de grave crisis; estas ocurren cuando se ponen palos en las ruedas de las bicicletas. Ahora las cosas se están haciendo bien, se le está prestando dinero a quien se le tiene que prestar, se está vendiendo, no hay promotores con casas que no van a vender, las preventas son del 60 o 70%, por tanto, no podemos lanzar mensajes catastrofistas sino todo lo contrario.

Y una segunda cuestión esencial que me gustaría abordar es el gran reto que tenemos por delante de crear vivienda asequible para los jóvenes y las clases medias. Hay que buscar soluciones para que una persona pueda acceder a una vivienda por 300 o 400 euros al mes, ya sea en compra o en alquiler, para que pueda vivir con un salario de 1.500 euros. Hay público para las casas de 300.000 o 500.000 euros, pero también hay que poner casas en el mercado para el que puede pagar 120.000 o 150.000. Es necesario encontrar la fórmula para que por ese precio se pueda construir bien y con buenas calidades una casa o un piso de 80 m2. Tiene que haber suelo disponible para construir ese producto asequible, y fondos de inversión con visión de largo plazo que persigan rentabilidades acordes. Sólo así podremos solucionar un problema muy grave que afronta nuestra juventud.

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