Pasar de los titulares a los planes

Por Francisco Felipe Fernández Olmo
Presidente de CEACOP

En la obra pública ya no necesitamos más planes dirigidos desde la Administración para “salvar” nuestro sector. Y no porque nos consideremos “salvados”, ni mucho menos. Sino porque los puestos en marcha hasta ahora han demostrado ser inútiles, quedándose en dar soluciones superficiales y creando actividad y empleo puntual y precario. Y la razón de ello es que en la mayoría de las ocasiones estos planes han sido utilizados por la Administración más bien para “dar titulares” que para ahondar en soluciones eficaces y reales al desmoronamiento del sector de la obra pública.
Parece que los diferentes gobiernos han dedicado más esfuerzo y tiempo a presentar incansablemente, hasta tres o cuatro veces un mismo plan, pero haciendo referencia a un presupuesto que siempre es el mismo, no nos llevemos a engaños.
Desde el inicio de la crisis, incluso desde mucho antes, todas las administraciones nos han presentado una sucesión de planes que prometían la recuperación de la construcción, ya sea poniendo el foco en la rehabilitación, en la construcción sostenible, en infraestructuras hidráulicas o educativas… pero que han estado faltos de contenido, dejando desamparado al sector. Un sector que siendo responsable con su compromiso de mantener viva su actividad se ha preparado para la ejecución de los planes que se han presentado, pero que en muchos casos han tenido un grado de ejecución irrisorio, que deja en entredicho la seriedad y rigurosidad de las políticas que lo motivaron. Los errores y la dejadez en el cumplimiento de la planificación han hecho gran daño a las empresas de la obra pública, así como a la disponibilidad de nuestro patrimonio de infraestructuras.
Los planes inconclusos dejan a las empresas sin las opciones a las que se habían dimensionado y reestructurado para salvar su actividad.
Otra de las oportunidades a que nos invitan las administraciones es la internacionalización, el llamamiento a buscar trabajo en mercados extranjeros ante la falta de inversión pública en nuestras infraestructuras. Sin embargo esta opción no es una fórmula universal para reactivar cualquier empresa, ya que las condiciones económicas y de organigrama para emprender proyectos internacionales hace que esta alternativa sea muy complicada, cuando no inviable, para las muchas pymes. En cambio, es una opción más accesible para las grandes empresas que cuentan con mayor apoyo de los gobiernos.
Desde las asociaciones, brindamos nuestra abierta colaboración a las administraciones para trabajar conjuntamente en las mejores vías que nos lleven a la recuperación de nuestro sector; tanto por las empresas, como por nuestras infraestructuras, como por el estado de bienestar que depende de ellas.
Tenemos claro que para que tenga éxito todo plan tiene que sustentarse en un proceso razonado y medible, a partes iguales. La planificación de infraestructuras debe partir de una identificación de necesidades y prioridades que deben ser atendidas y que son los cimientos que marcarán la orientación al plan. Una vez que esta fase esté clara, es necesario determinar los recursos económicos y materiales necesarios para la puesta en marcha de las actuaciones. Con las prioridades identificadas y los recursos definidos, antes de poner en marcha este plan tendremos que establecer los mecanismos de control y revisión necesarios para evaluar la adecuación de las infraestructuras que se ejecuten.
Esta planificación no es inamovible. Trabajamos en un entorno en evolución, en el que las condiciones productivas cambian, las necesidades de la población son dinámicas y alterables. Y los planes de infraestructuras, si quieren ser eficaces, no pueden ser ajenos a esta circunstancia, por lo que debe incorporar los mecanismos necesarios que aseguren la adaptación de las actuaciones previstas a las condiciones y necesidades del entorno.
Además, debe ser una planificación consensuada entre las diferentes administraciones con competencias, para así asegurar el compromiso de todos los agentes implicados para su consecución, teniendo en cuenta tanto a los actuales gobernantes como a los partidos políticos.
No podemos olvidar la importancia de las infraestructuras que dependen de la correcta implantación de estos planes.
Nuestras infraestructuras son imprescindibles para vertebrar el territorio. Contamos con carreteras, autovías y autopistas que unen ciudades, núcleos de población, puentes que salvan distancias, hospitales y centros sanitarios para asegurar la salud de la población, colegios para asegurar/construir la educación de generaciones futuras, puertos, aeropuertos y red viaria para el transporte de mercancías y personas. Todo ello es un conjunto vital para la sostenibilidad y el desarrollo del actual modelo productivo y social de Andalucía, que sin ellas sería impensable.
Por su importancia, no se debería improvisar en su planificación. Merecen un estudio medido y un compromiso serio en su ejecución. Solo así pasaremos de los titulares vacíos de contenidos a verdaderos planes eficaces para la recuperación de nuestro sector. Ai

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