La construcción ante la difícil coyuntura económica actual

Ricardo López Perona

Director general de la Agrupación de Fabricantes de Cemento de Andalucía

EL sector de la construcción atraviesa en la actualida d un difícil momento por el incremento de los precios de las materias primas y materiales experimentado en el último año, cuya explicación no es simple y hay que buscarla en múltiples razones derivadas de la interconexión de la economía en un mundo globalizado, y de la historia más reciente.

A raíz de la crisis financiera del año 2007, la deuda pública y privada mundial creció de una forma significativa al hilo de las famosas “quantitative easing” o medidas de incremento de la oferta monetaria impulsadas por los principales Bancos Centrales mundiales. Este incremento de la oferta monetaria se ha dirigido principalmente a la compra de activos de deuda pública emitidos por los gobiernos de las economías más avanzadas, manteniendo además una política de intereses muy bajos, incluso nominalmente en valores negativos. España es un claro exponente de ello, ya que su deuda pública pasó de representar un 36,7% del PIB al comienzo de la crisis financiera en 2007 al 95,5% de finales de 2019.

Esta política monetaria de los Bancos Centrales y la política fiscal desarrollada por los países impulsó el desarrollo de las economías avanzadas en la última década, pero presentaba un claro riesgo de aumento general de precios ante circunstancias excepcionales que se pudieran presentar, cosa que ha ocurrido en estos dos últimos años.

La pandemia generada por el Covid-19 a partir de marzo de 2020 produjo una gran recesión económica y un desplome de los ingresos públicos de los estados, lo que originó en el año 2020 el mayor incremento de la deuda pública desde la Segunda Guerra Mundial en un solo año. Así, el incremento de deuda en dicho año en las economías más avanzadas ha sido de un 19% del PIB, buena parte de ella adquirida por los Bancos Centrales. Las medidas de confinamiento implementadas por los diferentes gobiernos para controlar la pandemia supusieron el parón de muchos procesos productivos y por tanto un shock de oferta. A ello se unió en marzo de 2021 el bloqueo del Canal de Suez durante una semana por un buque portacontenedores, una vía fundamental para el comercio mundial, lo que supuso también otra interrupción en los procesos de las cadenas de producción por falta de suministro de materias primas. Todo ello comenzó a generar una espiral inflacionista en el segundo semestre del año pasado, al que ha dado el tiro de gracia la invasión de Ucrania por Rusia, y el comienzo de una guerra que ha producido el incremento brutal del precio de la energía, y que todo ello haga que la inflación se haya disparado en los países más avanzados, y como ejemplo España con un incremento de precios del 9,8% en marzo, la mayor desde 1985.

En nuestro país esta situación se ha reflejado en los últimos meses en la actividad de la industria. Así, según la Confederación de Asociaciones de Productos de la Construcción (CEPCO), la tasa anual del índice de precios industriales (IPRI) general ha subido un 40,7% en el mes de febrero de 2022, la más alta de la serie desde 1976, y se espera que en el mes de marzo se sigan batiendo records. Como ejemplo podemos citar el incremento en enero de este año de un 55,5% en tasa anual del acero, según el índice de precios del Ministerio de Transportes, o la subida durante el último año a fecha de 31 de marzo de un 60,3% del precio del aluminio, o del 16,9% del cobre, en el mercado internacional de Londres.

Según CEPCO, el incremento del IPRI se debería en un 70% al desorbitado incremento de la energía. Así, el precio medio de la energía eléctrica se situó en el mes de febrero de este año en 205 €/Mwh, un 463% superior al del mismo mes del año pasado (44 €/MWh). El de la tonelada de CO2 en el mismo mes de febrero en 90 €/t, con un aumento del 140% con respecto a hace un año, por no hablar del petróleo cuyo precio medio en el mes de febrero se ha situado en los 113 dólares el barril, un 75,95% más que en el último año. Desde luego los datos hablan por sí solos.

En este contexto económico se tiene que desenvolver el sector de la construcción, y aun suponiendo la hipótesis optimista de un alto el fuego inmediato entre Ucrania y Rusia, que restituyese cierta normalidad en los flujos comerciales de las materias primas, o que el plan del Gobierno para reducir el precio de la energía en los próximos tres meses tuviese un efecto positivo, el dato de la tasa de variación del Índice de Precios Industriales (IPRI) de un 12% descontando el efecto de la energía, la tasa más alta desde agosto de 1984, no indica que la situación vaya a mejorar sustancialmente en un futuro próximo.

En el sector de la construcción hay que diferenciar cómo puede afectar al subsector de la edificación y al de la obra civil, y como dato positivo hay que resaltar que en conjunto el punto de partida actual es muy diferente al de 2007, año en el que el sector estaba muy sobredimensionado.

En el subsector de la edificación residencial se parte de un incremento sustancial de demanda real de vivienda nueva en 2021, y en referencia a la producción futura de dicha vivienda nueva la cifra de visado de viviendas en Andalucía en 2021, con 21.798 viviendas visadas según el Ministerio de Transportes, cifra muy similar a la de 2019, suponen la mitad aproximadamente del mínimo que tuvo lugar en la década de los ochenta y primera mitad de los 90 del siglo pasado (43.000 viviendas), justo con anterioridad al boom inmobiliario de la primera década de 2000, lo que indica que no se prevea un crecimiento desbocado del sector.

Todos estos datos, unidos a que no exista un importante stock de vivienda nueva construida en los principales núcleos urbanos y en las zonas de segunda residencia más demandada por haberse laminado dicho stock a lo largo de esta última década, hacen que el sector tenga todavía potencial de crecimiento, y ello a pesar de los incrementos de costes tan elevados que se están produciendo. Ese incremento de costes sí que tendrá efectos en el incremento de precios de la vivienda, a los que se unirán previsiblemente mayores tipos de interés que tendremos en un futuro, lo que implicará un esfuerzo financiero mayor para el que quiera adquirir una vivienda. Todo esto puede afectar al ritmo de crecimiento y a las expectativas que el sector promotor pudiera tener hace unos meses.

En el subsector de la obra civil, como aspecto positivo, hay que destacar que partimos de unas buenas perspectivas derivadas de un incremento del 62% de la licitación pública en el año 2021, alcanzando una cifra de 2.136 millones licitados según SEOPAN. Sin embargo, el alza de precios en la construcción y la necesidad de contener los déficits tan elevados de las diferentes administraciones por la previsible subida de la prima de riesgo de la deuda pública, pueden hacer que se reprogramen a la baja las inversiones en infraestructuras, con el objetivo de controlar el déficit público como se hizo hace unos años, afectando negativamente a la actividad del sector.

Como resumen podemos decir que el sector de la construcción se enfrenta a una situación complicada derivada del incremento de la inflación existente y de las perspectivas económicas a las que nos enfrentamos, pero que lo hace desde una base sólida al haberse dimensionado adecuadamente después de pasar durante la última década, probablemente, la mayor crisis de su historia.

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