Lo que el Covid se llevó

Fernando Piñar Parias
Socio director de Culmen Arquitectos

“Ninguna de las generaciones que compartimos estos tiempos ha vivido una epidemia de esta envergadura lo que, unido a lo abrupto de la propagación del virus, nos ha cogido totalmente por sorpresa, con lo que las respuestas al cambio del sistema de vida han sido demasiado improvisadas y en algunos casos desacertadas. Pero no todo es negativo, pues se ha constatado la existencia de una más que aceptable capacidad de reacción que habrá que culminarse con la aplicación generalizada de las vacunas cuya aparición parece ser inminente.

Fernando Piñar

Todo lo que vertiginosamente se ha producido ha venido a poner en crisis ciertos sistemas y modos de vida que estaban demandando cambios, y que inexcusablemente necesitan revisión, a saber:

El modelo de ciudad

Las grandes metrópolis han mostrado sus defectos y debilidades de forma más acusada que las poblaciones de media y baja envergadura, lo que vendrá a provocar, a corto o medio plazo la desconcentración poblacional de las primeras, con la consiguiente potenciación de las segundas. Entiendo que resulta positiva la “vuelta al campo”, o sea, la fijación de nueva residencia en un medio semirural, para lo cual este debe ser dotado de equipamiento sociocultural suficiente, al tiempo que hay que replantearse el transporte público; aquí jugará un papel decisivo el teletrabajo, que ha venido para quedarse entre nosotros y favorecerá este más que probable impulso descentralizador.

Por otra parte, ha llegado el momento de replantearse de forma categórica el modelo de ciudad. Algo bueno nos ha dejado esta maldita pandemia: conocer nuestra ciudad sin el agresivo tráfico que nos oprime y nos genera un ambiente poco respirable. Ha llegado el momento de replantearse los modelos de tráfico y transporte público de forma que el asfalto vaya cediendo espacio a las áreas libres.

El método de la “gran manzana” ya implantado en diversos territorios, entre otros en los españoles de Poblenou y Vitoria, con singular éxito, consiste en crear agrupaciones de manzanas y rediseñar el tráfico de forma que estas sean penetrables tan sólo para el tráfico de suministros y residentes, liberando importantes espacios libres que generan un considerable confort urbano a sus habitantes. Todo ello contando con el rediseño de una red viaria básica que posibilite el movimiento adecuado de los vehículos necesarios para el desarrollo de la vida urbana.

Repensar la vivienda

Existe una opinión unánime de que en el confinamiento primaveral la vivienda actual, y de forma muy especial “los pisos” no han dado a la ciudadanía una respuesta adecuada. Muchas familias se han sentido encarceladas en sus cajas de ladrillo, ansiando un contacto vital con el espacio exterior mientras el núcleo interior no favorecía una adecuada interrelación entre sus miembros. Resulta evidente que la vivienda unifamiliar o la agrupada, con ricos espacios comunitarios, ha tenido un comportamiento más adecuado a lo que se requería.

Ha llegado el momento de modificar la tendencia a crear muchos espacios pequeños dentro del box vivencial y recurrir a modelos más flexibles. Asimismo y provocado por el teletrabajo, ha surgido la necesidad de concebir el propio hogar como posible lugar de trabajo y por último, conviene tener presente que es indispensable crear mayores vínculos entre la vivienda y el espacio público o el comunitario.

El transporte público y el comercio

En todo lo que se comenta, tiene un gran protagonismo el transporte público. Salvando el problema que este ha generado durante la pandemia por su masificación, a medias controlada, no cabe duda de que es el momento de analizar el funcionamiento de los distintos medios que actúan en el territorio para generar atracción al ciudadano hacia este, ya que actualmente siente un excesivo apego a su propio medio de transporte.

En lo que respecta al comercio existen opiniones controvertidas sobre su devenir futuro. Es obvio que las grandes superficies han sido enormemente perjudicadas por esta crisis sanitario y saldrán, salvo las dedicadas exclusivamente a alimentación, económicamente tocadas, con lo que su recuperación será lenta y dolorosa. El caso del pequeño comercio y la hostelería es diferente, pues gran parte de ellos se han visto obligados a echar las persianas y en muchos casos de forma definitiva.

Probablemente los hosteleros que sobrevivan se recuperarán y surgirán otros nuevos que cubrirán con éxito los huecos dejados por los que se vieron obligados a tirar la toalla. Sin embargo, el panorama de futuro para el resto del comercio de escasa envergadura se me antoja más que oscuro, dado que al quebranto económico que le está infringiendo el Covid-19, se une la proliferación de plataformas de venta online, cuya competencia es feroz.

Como epílogo de estos comentarios, solo quiero apostillar que aunque el panorama pueda contemplarse un tanto oscuro, cabe confiar en una contundente y positiva reacción tanto de las administraciones y la clase política, como de la ciudadanía. De todas las catarsis brotan algunas medidas positivas. Esperemos que de esta surjan muchas.

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