Siempre con nosotros

Al dolor generalizado de tantas pérdidas como está sufriendo nuestra sociedad, unido al descalabro de nuestra economía, se suma ahora el dolor particular, el que llega al corazón y la memoria. Esta revista, en apenas un par de días, ha visto marcharse a dos grandes amigos y dos de sus colaboradores más antiguos, queridos e incondicionales, el ingeniero Mariano Palancar Penella, miembro del Consejo Asesor de la publicación, y el arquitecto Alfonso Peralta de las Heras.

Mariano Palancar, artífice entre otras muchas obras de la conocida como ‘corta de la Cartuja’, nos dejó a los 96 años. Las muchas enseñanzas que transmitió a los lectores son nuestro legado. Siempre recordaremos sus artículos manuscritos, valientes e inteligentes, que traía personalmente paseando hasta nuestra redacción y en los que intentaba remover conciencias desde la exquisita educación que atesoraba. En 2012, con el país en plena crisis, escribió para esta revista: “Sólo se habla de dinero… y nadie menciona valores intangibles como la confianza, la verdad, la autoridad y la valentía para tomar decisiones. No pertenezco a ningún partido político, soy antidogmático y reflexivo y valoro lo que considero acertado lo diga quien lo diga”. Así se describía en nuestras páginas con la pluma ágil y segura que lo caracterizaba.

En 2014, Ai reconocía su trayectoria en la primera edición de nuestros premios: “En estos tiempos en que parece que el dinero es lo único importante, toca poner en valor el trabajo bien hecho y el respeto a las personas”, pronunció emocionado desde el atril, leyendo un papel que sacó de su bolsillo.

De Alfonso Peralta, fallecido a causa del coronavirus, tampoco es fácil hablar en pasado. Desde que publicara su primer artículo en Ai en nuestro segundo número, allá por 1999, jamás perdió la vinculación con esta revista, en la que siempre tuvo su casa. Participó de nuestras comidas, nuestras jornadas y otros eventos, haciendo gala de un profundo conocimiento de la especialidad urbanística, con una estrecha vinculación a la ciudad de Marbella, de la que redactó el PGOU actualmente en vigor. Hombre con un gran sentido del humor y una sonrisa permanente en los labios, no dejó nunca de maravillarnos con sus reflexiones siempre acertadas. Por dar una única pincelada, aseguraba hace apenas unos meses en esta cabecera, conversando sobre los modelos urbanos actuales y su competitividad, que “para atraer talento e inversión hay que contar con un proyecto colectivo y creíble de ciudad a largo plazo”, defendiendo que las actuaciones no pueden depender de las alternativas partidistas. Razón no le faltaba.

Mariano, Alfonso, estaréis siempre en nuestro recuerdo y en nuestras páginas.

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