“25 años no es nada… ¿o sí?”
Mikel Echavarren
Queridos lectores de Andalucía Inmobiliaria, celebramos el 25 aniversario de esta ilustre revista, y aunque la vida sigue, 25 años después las rodillas ya no son las mismas. Lo que antes era “una pequeña molestia en la espalda” se ha convertido en “mi lumbago”, y lo que ayer era un futuro prometedor, hoy es una gran colección de recuerdos, facturas del fisioterapeuta y una mirada curiosa hacia los jóvenes que parecen vivir en otro planeta.
En 1999, un joven podía estar disfrutando de su discman, quemando CDs con canciones de Oasis y anunciando con orgullo que había comprado su primer apartamento con una hipoteca al 6%. Por su parte, el actual adulto de 50 años, si bien usa con soltura términos como ‘blockchain’ y ‘domótica’, sigue echando de menos las llaves de toda la vida, esas que no había que “configurar con el móvil”. ¡La tecnología avanza tan rápido que nos cuesta seguirle el ritmo! ¿Dónde quedó aquella vida sencilla en la que el único aparato digital del hogar era el reloj de la cocina que nadie sabía cambiar cuando venía el horario de invierno?
Hablando de cambios, si comparamos las viviendas de hace 25 años con las de hoy, hay algo muy claro: antes, la vivienda era un hogar. Hoy en día, parece un gimnasio de crossfit con espacio abierto y multifuncional. Los salones ya no tienen esas inmensas estanterías de libros que se compraban para impresionar a las visitas. Ahora, todo cabe en una tableta, y el hueco que antes ocupaba un ‘mueble bar’ lleno de brandy y coñac, lo han llenado con máquinas de café con nombres italianos que parecen encantadas de confundirnos: “¿Quieres un macchiato o un flat white?” ¿Qué pasó con el café de puchero? Ese que te levantaba por la mañana y de paso te quitaba el óxido de los caños. Ah, el progreso…
Y no podemos hablar de los últimos 25 años sin mencionar cómo hemos cambiado la forma de consumir. Un joven en 1999 se gastaba su sueldo en ropa, comida rápida y un buen fin de semana. Hoy, ese mismo joven, ahora convertido en adulto, ha aprendido que la vida es más que gastar sin pensar. Bueno, eso o es que la hipoteca y la factura de la luz le han enseñado la mejor lección financiera. Hoy se habla de ahorro energético, de sostenibilidad y de meter las camisas en una lavadora de bajo consumo. Pero… ¿de verdad alguien de más de 50 años va a ponerse a leer el manual de la lavadora?
Por otro lado, están los jóvenes actuales, esos que se han vuelto expertos en pedir ‘delivery’ por el móvil y en consumir series a velocidad de maratón. ¡Cómo ha cambiado el concepto de ocio! Hace 25 años, uno hacía cola en el videoclub, seleccionaba una película y rezaba para que no fuera en VHS. Ahora, las generaciones más jóvenes no saben lo que es un videoclub, y si ven un VHS piensan que es una reliquia arqueológica. ¿Y las series? Un joven de 25 años hoy puede verse una temporada entera de un tirón, mientras el adulto no pasa del segundo capítulo sin dormirse en el sofá. En cuanto a las viviendas, han pasado de ser un refugio en el que uno se quedaba los domingos viendo el fútbol, a convertirse en un parque temático de gadgets tecnológicos. Si hace 25 años la preocupación era si tenías o no enchufes suficientes para la tele y el microondas, hoy los enchufes son secundarios. ¡Ahora lo que te quita el sueño es si el Wi-Fi llega a todos los rincones o si el asistente de voz entiende cuando le pides que apague las luces! Eso sí, a los 50 años, uno sigue sin entender por qué los jóvenes de hoy necesitan tantas cosas conectadas si la mayor parte del tiempo están en sus móviles. Y hablando de móviles, ¿os acordáis cuando se usaban para llamar?
En todo este tiempo, también hemos visto cambios políticos. Hace 25 años, España estaba en plena resaca de los Juegos Olímpicos del 92 y la Expo, con un optimismo que llenaba el aire. Hoy, hemos visto a gobiernos cambiar más rápido que los looks de los cantantes de Eurovisión, y seguimos aquí, adaptándonos a lo que venga. Hemos pasado de discutir en bares sobre si deberíamos entrar en el euro, a debatir sobre políticas de vivienda que, siendo sinceros, todavía no nos han solucionado lo de las hipotecas.
¿Y qué hay de los achaques? Porque, amigos, una revista puede cumplir 25 años y estar en plena forma, pero los humanos… no tanto. A los 25 años uno es prácticamente invencible. Puedes comerte una pizza a las 3 de la mañana y levantarte como si nada para ir a trabajar. A los 50, te comes una ensalada a las 8 de la noche y ya sabes que te espera una noche larga… de digestión lenta. ¿Alguien puede explicarnos por qué, de un día para otro, tu cuerpo empieza a sonar como una puerta mal engrasada?
Y es que, queridos lectores, 25 años parecen no ser nada, pero vaya si lo son. Lo que antes era una carrera a toda velocidad, hoy es un paseo con pausa para admirar el paisaje (y descansar un poco las rodillas). Si algo hemos aprendido en estos años es que la madurez, esa que tanto temíamos cuando éramos jóvenes, no está tan mal. Claro, el cuerpo ya no es lo que era, la política sigue siendo un misterio, y las viviendas están llenas de robots que no entendemos. Pero, por otro lado, hemos ganado en perspectiva, en humor, y en la capacidad de reírnos de nosotros mismos.
Así que celebremos estos 25 años de Andalucía Inmobiliaria con una sonrisa y una reflexión: si las casas han cambiado tanto, ¿cómo serán dentro de otros 25 años? Quizás la tecnología se encargue de casi todo, pero lo que nunca cambiará es esa sensación de hogar, ese lugar al que siempre queremos volver. Y, si hay suerte, para entonces habremos conseguido que la lavadora se configure sola. ¡Feliz aniversario!”
(Por cierto, este editorial está escrito con Inteligencia Artificial. Maldita evolución).