Los retos de un año incierto

Ricardo Arranz de Miguel
Presidente de Villa Padierna Hotels & Resorts y de la Federación de Urbanizadores y Turismo Residencial

2020 ha sido un año muy difícil. Y lo recordaremos en el futuro con gestos de desaprobación y tristeza. Lo más duro, sin duda, será el recuerdo hacia aquellas personas que ya no están entre nosotros, amigos y familiares queridos cuya memoria jamás arrinconaremos. La segunda consecuencia de esta crisis sanitaria la vemos a diario en nuestros pueblos y ciudades, en la incertidumbre de una situación económica que si no somos capaces de gobernar con templanza, inteligencia y ambición podría ser más grave de lo que aseguran los más agoreros analistas.

Ricardo Arranz

La pandemia pasará. No sabemos cuándo, pero pasará. En un futuro que confiamos que esté próximo, estos meses de miedo, confinamiento e incertidumbre acabarán por constituir un mal recuerdo. El anuncio de una vacuna efectiva, el calendario que los gobiernos europeos han dado para su distribución, ha animado estas últimas semanas de diciembre el parqué de las principales bolsas y hay un inédito ánimo en las empresas que parecen vislumbrar el final de sus números rojos. Pero para que la reapertura de los negocios, para que la reactivación de la economía sea efectiva, para que el ánimo inversor vuelva a fluir y hallemos el modo de encarar el camino de la recuperación es necesario prepararnos para ello. Y es ahí donde está nuestro mayor reto ahora.

En momentos de incertidumbre como los que vivimos es tiempo de hacer ver a la sociedad la necesidad de fortalecer el tejido empresarial, aquel que genera empleo, estabilidad, riqueza y futuro. Es tiempo, además, de pedir a los poderes públicos que estén a la altura de las circunstancias apoyando las iniciativas económicas e inversoras que faciliten una hoja de ruta que plante cara a una situación tan difícil como la que hemos vivido. La anterior crisis económica de 2008 alertó al sector bancario de la necesidad de blindarse ante futuros periodos de incertidumbre. El sector inmobiliario aprendió de sus errores y estoy convencido de que encarará con mayor fortaleza los retos que están por llegar. Más me preocupan las consecuencias que la crisis traerá a sectores tan importantes en la Costa del Sol como el turismo. Pero algo tengo claro: Estoy convencido que solo desde la calidad, la exclusividad y el mejor servicio seremos capaces de plantar cara a la adversidad.

Esta crisis ha traído desamparo a pequeñas y medianas empresas. Una sociedad no puede desamparar a sus trabajadores, pero tampoco puede desatender los temores y las justas reclamaciones de sus profesionales y empresarios, creadores de la riqueza que sostiene España. Los gobiernos están obligados a aligerar las cargas burocráticas, a hacer viable el acceso a la liquidez y a la financiación, a facilitar aquellos mecanismos que permitan la supervivencia de toda empresa. Para salir de esta crisis tenemos que prepararnos desde hoy mismo. Solo los más despiertos vislumbrarán el final del túnel antes que el resto. Y esperemos que entre ellos figure Andalucía, sus profesionales, sus empresarios, sus trabajadores, su pueblo.

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